El Suplente
Dir. Diego Lerman (Argentina, Italia, Francia, España, México. 2022
“¿Qué es una paradoja?”, pregunta Lucio, profesor suplente de literatura, a sus nuevos alumnos. Nadie responde. Unos chicos observan con hastío a este hombre que se acaba de aparecer en su vida; otros, ni siquiera se toman la molestia en dirigirle la mirada. El docente, encarnado por el actor Juan Minujín (La ira de Dios), trata de disimular el silencio incómodo. “Una paradoja”, le dice a los jóvenes continuando con su clase, “es un hecho o una acción aparentemente contrarios a la lógica”.
¿Qué otra cosa más paradójica que nuestra propia existencia? En este mundo de contradicciones lógicas, pero tangibles e imposibles de ignorar, los seres humanos nos hemos convertido en una paradoja que habla y camina… siguiendo un camino distinto al deseado; obedeciendo las normas impuestas por la vida.
Ahí, en medio de todo ello, tenemos a Lucio, nuestro suplente: un hombre desdibujado por su propia historia. Divorciado, de familia fragmentada, incapaz de formar un vínculo de amor con su propia hija, que intenta sobreponerse a todo cuando es momento de dar su clase; sin importar siquiera el poco interés que sus alumnos le tengan.
Como esas paradojas de la vida, en esta historia escrita y dirigida por Diego Lerman (Una especie de familia, 2017), El suplente lleva a su protagonista a involucrarse en cosas que poco –o mucho– tienen que ver con él: la vida “laboral” de su padre desahuciado –interpretado por el siempre poderoso (y enigmático) Alfredo Castro– y la cercanía inesperada con uno de sus alumnos pone a Lucio en contradicciones éticas, morales y hasta peligrosas en las que no hay mucho tiempo para reflexionar.
Con fuerza tangible, Juan Minujín transmite –a ratos, sólo con su mirada– lo que provocan estos dilemas en su personaje y la forma en que debe sobreponerse a todo. A su modo, pero como aquellas clásicas historias de profesores que cambian la vida de sus alumnos, El suplente se las ingenia para dejar algo en aquellos jóvenes desinteresados en la literatura quienes, sin darse cuenta, comenzaron a ver sus alegrías y tristezas desde otra perspectiva; como una novela policiaca, un rap contagioso o una poesía estremecedora…
“¿Dónde está el corazón?”, le pregunta Lucio a sus alumnos. Hoy, a diferencia de su primer encuentro, todos lo miran con mucha atención. Alguien pasa al frente y señala el lado izquierdo del pecho de un diagrama del cuerpo humano. “¿Dónde está el cerebro?”, cuestiona el profesor y esa misma persona señala la cabeza de la figura en el pizarrón. “¿Y dónde está el alma?”, dice finalmente el docente para sorpresa de todos. Nadie puede responder. Luego les pide que tomen su pluma, elijan un órgano de su anatomía y escriban lo que les salga del corazón. Quizá la ciencia no pueda explicar en dónde está el alma. Como la mejor paradoja de todas, al menos, esta película, nos puede dar una idea de dónde se encuentra todo eso que mueve a su antojo nuestra alma y nuestro corazón…
–Arturo Magaña Arce @arturhd