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Les Bruit Des Moteurs: comedia surreal

Por Alejandro Alemán


En la literatura, el acto de regresar a casa siempre ha estado cargado de un fuerte simbolismo. Desde La Odisea hasta Pedro Páramo y más allá, el retorno al hogar implica forzosamente la confrontación con uno mismo y la reevaluación del terruño después de la ausencia.


En Les Bruit Des Moteurs (Canadá, 2021) -ópera prima del cineasta canadiense Philippe Grégoire- el protagonista - Alexandre (Robert Naylor) es un joven que se ve obligado a regresar a casa, con todo lo que ello implica.


Alexandre trabaja como instructor de armas de fuego en alguna aduana canadiense. Después de cierto escándalo luego de un encuentro sexual con alguna de sus compañeras, sus superiores lo califican como “adicto al sexo” y lo suspenden dos semanas, por lo que Alexandre regresa a su antigua casa, con su mamá, quien además tiene una pista de carreras.


Pero la cosa no acaba ahí, recién llegando a su pueblo natal, la policía local lo busca por ser el principal sospechoso de haber colocado en la iglesia local una serie de dibujos obscenos donde él aparece en diversas posiciones sexuales. Y si esto no es suficientemente absurdo, en la pista de carreras conocerá a una joven corredora islandesa de nombre impronunciable -Aðalbjörg (Tanja Björk)- a quién llevará a conocer las atracciones del pueblo que, como seguro adivina, no son precisamente muchas ni tampoco son interesantes.

Inclasificable, Les Bruits Des Moteurs es una película que inicia como una muy divertida comedia seca, con un extraordinario Robert Naylor en su papel de adolescente en plena crisis existencial. Los encuadres de la cámara de Shawn Pavlin nos remiten irremediablemente al cine de Wes Anderson, emulando la simetría y el campo de fuga, pero evitando el artificio de los colores pastel.


El humor está presente no solo en la absurda trama, sino en la nada tímida crítica a las autoridades del estado (sus jefes en la aduana y los policías de su pueblo), todos entregados a una burocracia que de tan ridícula resulta auténticamente hilarante.


Entre lo surreal y lo absurdo, Les Bruits Des Moteurs es un trabajo sumamente personal donde Phillipe Grégorie no titubea al momento de plasmar sus propias experiencias (el director se financió la escuela de cine trabajando en una aduana) en una visión nada convencional. Grégorie es un director al que hay que seguir la pista.


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