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Strawberry Mansion

Por Pepe Ruiloba

Programador de festivales de cine y crítico de cine


“Por cada delfín en el agua, había otro en el cielo”.


En el año 2035, los sueños de las personas son controlados para pagar impuestos sobre las cosas que aparecen en ellos. Ah, y también tienen anuncios publicitarios.


Nuestro protagonista es James Preble (Kentucker Audley), un recaudador de impuestos que visita a Bella (Penny Fuller), una excéntrica mujer que vive en una casa rosa cual salida de la mente de Michel Gondry, para realizarle una auditoría.


Los sueños de Bella se remontan a décadas atrás, guardados descuidadamente en montones de cintas VHS por toda la casa. Al comenzar a verlos, Preble conoce a la versión joven de la mujer (Grace Glowicki) y queda inmediatamente prendado de ella. Poco a poco la interacción con la Bella real y la ficticia empieza a desconcertar al tímido empleado, quien a su vez comienza a verla en sus propios sueños.

Strawberry Mansion (Estados Unidos, 2021), que se ha presentado en los festivales de Sundance y Sitges este año, es escrita y dirigida por la dupla de Albert Birney y Kentucker Audley –quien también la protagoniza- como una amalgama entre surrealismo y realismo mágico, poniendo énfasis tanto en lo imposible como en lo improbable.


La película tiene sus propias reglas y pide a la audiencia que se deje llevar más allá de toda lógica, algo que Birney y Audley logran navegar por medio de un estilo visual que remonta al antes mencionado Gondry, a algunos de los mundos creados por David Lynch o Terry Gilliam, y hasta a la reciente producción brasileña Diamantino (2018).


Filmada en digital pero transferida a 16 milímetros para darle una textura cuasi ochentera, la experiencia nos sumerge en el fantástico mundo de los sueños, donde igual hay un hombre rana tocando el saxofón que la posibilidad de inflarse para volar sobre el mar. Es en un montaje particularmente emotivo lleno de estos elementos que Preble y Bella se enamoran, viviendo una ficción idílica que por momentos se siente palpable. Y que para Preble lo es.


Sin embargo, las circunstancias se complican cuando el hijo de Bella llega a la casa, interpretado por Reed Birney, tío de Albert, quien a su vez es acompañado por Constance Shulman como su esposa, y Ephraim Birney como su hijo; todos familia en la vida real. Y con vida real, me refiero a aquella fuera de la pantalla, donde los creadores hicieron uso de recursos como títeres, recortes, animación, y abaratados efectos especiales para crear una de las películas más inventivas del año.


Al ver Strawberry Mansion, todas estas líneas se esfuman, surcando entre realidad y ficción, llena de simbolismos y momentos meta, con una singular banda sonora de sintetizador cortesía de Dan Deacon, y una línea narrativa contra el consumismo que está latente detrás de cada fotograma; pero sobre todo con una historia de amor al centro en donde el tiempo y el espacio dejan de importar, y en donde los sueños –irónicamente- terminan por despertar a un hombre impasible.

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